¿Os imagináis una ciudad situada entre murallas? Para mi era difícil de imaginar que una ciudad tuviese una puerta de acceso. Mdina es exactamente así,una ciudad amurallada situada en lo alto de una colina en el centro de la isla de Malta. Esta ciudad fue la capital de Malta hasta 1570 que pasó a ser Valeta.
Mdina es como un viaje al pasado, una ciudad medieval conocida también como ‘La Ciudad Silenciosa’. Como su nombre de pila indica, es una ciudad muy tranquila con muchos palacios, iglesias y viviendas comunicados por estrechas callejuelas de piedra. Sin duda es una visita obligatoria, como mencioné en mi post sobre los lugares importantes que visitar en Malta.
Quizás a los amantes de Juego de Tronos (me incluyo) les resulten familiares las fotos que van a ver a continuación, pero aunque lo parezca, no estoy entrando en Desembarco del Rey… esto es Mdina.
A través de mis fotos os llevaré por el recorrido que hice en esta peculiar ciudad. Nada más ver la puerta de la ciudad (y habiendo conocido ya otras ciudades de Malta) me pude hacer una idea de lo que me esperaría al otro lado, aunque aún así me sorprendió.
Esta fue la primera imagen que tuve del interior de la ciudad, parecía que estuviese dentro de un cuento.
Estaba tan embobada con todo lo que veía a mi alrededor que no sabía ni siquiera por donde empezar a caminar, así que empecé por la izquierda (el recorrido que hice fue circular, al final acabé llegando al entrada por el camino de la derecha).
Las calles te invitaban a caminarlas, a perderte por ellas. Una de las cosas que más me gustaron de la ciudad fue su color, las murallas de piedra y el color verde de todas las plantas y árboles que rodean la ciudad realmente me cautivó.
El ambiente que se respiraba en Mdina era de pura tranquilidad y cercanía. No se veía mucha gente por las calles, aunque de vez en cuando encontraba señoras mayores charlando en coro con las bolsas de la compra en la mano, niños pequeños jugando en la calle y si claro, turistas.
Uno de los monumentos más importante de Mdina es la Catedral de San Pablo, situada en medio de una de las plazas más transitadas de la ciudad.
En Mdina también se nota la influencia inglesa, por ejemplo con las cabinas telefónicas típicas inglesas.
Caminando un poco más adelante hay otra plaza que me llamó mucho la atención por el color rojo de las ventanas y las puertas de los edificios.
Al fondo de esta plaza hay unas escaleras desde donde se puede observar las afueras de la ciudad, ya que Mdina está situada en una colina, las vistas desde ahí arriba son preciosas.
No había muchas tiendas de souvenirs, pero en las que había era imposible no entrar al ver esa entrada, esos cuadros de la ciudad y esos platos y demás utensilios artesanales.
Cada calle que cruzaba o en cada esquina en la que me asomaba siempre encontraba ventanas y puertas de colores diferentes.
Las flores también son protagonistas en esta ciudad.
Y aquí termina mi ruta por Mdina, os daré un consejo, id sin prisas. Disfrutadla y echadle el tiempo que necesitéis para conocerla bien, no hay una ruta indicada, es una ciudad pequeña aunque con muchos detalles y rincones que no aparecen en las guías.
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